“Pienso en quitarme la vida todos los días”.
“Si no me he suicidado antes, es porque me falta el valor para hacerlo”.
“Me he arrancado la piel del brazo hasta hacerme úlceras. A veces sólo me calmo cuando me autolesiono”.
“No me gustaría morir, pero pienso que es la única forma de dejar de sufrir”.
“No quiero seguir viviendo así. Necesito tirar ya la toalla”.
“No quiero seguir haciendo sufrir a mi familia. Sé que sin mí podrán ser felices al fin”.
Todas estas frases se corresponden con afirmaciones reales realizadas por pacientes a los que he tratado. Si leerlas parece duro, escucharlas de boca de sus protagonistas, es totalmente demoledor. Y no sólo por el contenido del mensaje, sino por la enorme carga emocional y el sufrimiento que se desprende de cada una de esas palabras.
Estamos en septiembre, mes de nuevos comienzos, nuevos proyectos, nuevos retos, …
Septiembre es un mes ilusionante que solemos comenzar con las pilas cargadas después de las vacaciones de verano.
Y septiembre, es el mes dedicado al suicidio, concretamente a su prevención.
Los datos son escalofriantes ya que se produce un caso de suicidio cada 40 segundos, siendo una de las principales causas de mortandad a nivel mundial. En los últimos años en España, los casos de muerte por suicidio han superado a las muertes por accidente de tráfico.
El suicidio no se materializa únicamente cuando el acto se ha consumado. Pensar en ello, fantasear con la idea, planificar cómo se realizaría o autolesionarse, son elementos que hay que tener muy en cuenta, porque nos dan pistas acerca de lo que se va fraguando en la mente y en los sentimientos de la persona.
Existen los falsos mitos como “el que se quiere suicidar no avisa, lo hace y punto” o “seguro que lo que busca es sólo llamar la atención”. Cuando una persona siente una desesperación tan grande como para pensar en el suicidio, probablemente haya síntomas o señales en su forma de actuar o expresarse que puedan hacer saltar las alarmas acerca de que algo no va bien.
Otra falsa creencia acerca de las características de las personas que toman esta terrible decisión, es que el suicidio se asocia a enfermedades mentales.
Evidentemente, existen muchos trastornos mentales en los que el suicidio es una de las principales causas de la muerte del paciente, pero no tiene por qué ser así.
Personas de cualquier edad, clase social o género pueden haberse planteado el suicidio al menos una vez en su vida, siendo algunas de sus causas encontrarse en una situación de ansiedad o depresión, tener baja autoestima o no ser capaz de tomar decisiones o solucionar sus problemas.
Sin embargo, y a pesar de los datos, es muy importante saber que el suicidio se puede prevenir.
Es necesario dar total visibilidad a este problema. Y dar visibilidad no significa hablar de cómo se ha consumado el suicidio, sino de analizar todas las causas que pueden llevar a la persona afectada a llevarlo a cabo.
Es vital preguntar si tenemos alguna sospecha acerca de un familiar o alguien cercano, si ha pensado en el suicidio, y escucharle sin restar importancia a lo que tenga que decir: hablar abiertamente y sin tabúes del tema. Está comprobado, que conversar con sinceridad sobre las ideas de suicido, producen en la persona que sufre una sensación de libertad y desahogo que puede ayudarla a observar otras alternativas. No es cierto que el hecho de hablar sobre ello “le dé ideas” a esa persona. La idea en sí ya existía previa a la conversación.
El suicidio es pues un problema lo suficientemente grave y actual como para empezar a poder hablar de él sin susurrar o disfrazar el tema. Prácticamente todos conocemos a alguien que se ha suicidado o que ha pensado en ello y, por tanto, es un problema que no sólo afecta a la víctima, sino a toda la sociedad en general.
Hablemos de suicidio, porque sólo así podremos prevenirlo.
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Afortunadamente, todos los pacientes que he tratado y que hicieron todas las afirmaciones expuestas al principio del blog siguen luchando cada día, con mucho esfuerzo y un gran valor. Para mí son héroes y heroínas y saben que estoy tremendamente orgullosa de todo el trabajo que están llevando a cabo.
Por último, si estás sufriendo, sientes desesperanza, no ves opciones, o has pensado que la vida ya no merece la pena, por favor, busca ayuda.
Todo problema tiene solución, aunque tú no la veas, y seguro que te quedan muchas cosas por VIVIR.