Estaba en una ocasión siendo aún estudiante en un parque intentando repasar para un examen. En un momento dado, me distraje observando jugar a unos niños pequeños. Ambos intentaban hacer una torre con unas piezas de madera que tenían. Competían para ver quién hacía la torre más alta y la mostraban orgullosos a su madre que los vigilaba de cerca.
Cada pequeño intentaba hacer para ella la torre más alta.
Como era de esperar, al llegar a una determinada altura, la torre se caía al no tener una base firme. Al ver su torre destrozada por el suelo antes de poder entonar el “¡mira mamá lo que he hecho!, ambos se frustraban y empezaban a lloriquear.
Pero mientras uno, tras varios intentos, acabó tirando todas las piezas y corrió a refugiarse desanimado en brazos de su madre, el otro después del disgusto inicial, lo volvía a intentar una y otra vez. Y lo que me pareció aún más sorprendente, al darse cuenta de que la torre se caía siempre, cambió su estrategia y decidió construirla sobre una base más ancha. Puede que la torre no fuera todo lo alta que quizás él se imaginaba en un principio, pero la terminó, y se le veía orgulloso de su obra, con una gran sonrisa de oreja a oreja.
Esa diferencia, es la que en muchas ocasiones define la distancia entre un trastorno emocional y el bienestar con la vida: la resiliencia.
Significado de resiliencia
Según la Real Academia de la Lengua, la resiliencia es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un estado o situación adversos.
Visto así, no parece a priori que tenga la mayor importancia. Podemos pensar que cualquier persona puede tener la disposición de afrontar aquello que le toca vivir. Al fin y al cabo, así es la vida, ¿verdad?
Pero hagamos un pequeño ejercicio de empatía.
Pensemos en aquel hostelero de cincuenta y tantos, que por culpa del COVID se ha visto obligado a cerrar el bar que ha sido el sustento de su familia durante toda la vida.
Pensemos en la joven que a los cinco años de casada y con un niño de dos años, descubre que su marido, hasta ese momento fuerte, deportista y sano, tiene un cáncer en fase IV.
Pensemos en la persona para la que levantarse cada día para ir al trabajo, un trabajo que antes le encantaba, le resulta un verdadero suplicio porque está siendo objeto de acoso laboral.
¿Cómo se repone una persona de cualquiera de estas situaciones? ¿Es posible?
La respuesta es concluyente: ¡SÍ, ES POSIBLE!, aunque no es fácil.
¿La resiliencia es un don?
Bueno, más que un don, es una cualidad que puede llegar a ser innata en algunas personas, para las que ser resilientes es una forma de actuar en la vida, así sin más. Para el resto, no os desaniméis, porque la resiliencia también se puede trabajar.
A los psicólogos, en ocasiones, nos gusta hacer clasificaciones. Así que Goldberg, en la década de los 90, ideó el Modelo de los Cinco Grandes o Big Five, donde tras una serie de operaciones factoriales, catalogó todos los rasgos de personalidad en cinco grupos.
No voy a adentrarme en esta ocasión en la Teoría de Goldberg, pero sí me gustaría destacar, que en las personas resilientes se dan ciertos rasgos de personalidad:
– Conocen muy bien sus límites y hasta dónde pueden llegar. No son conformistas, pero sí realistas.
– Suelen estar centrados en el presente, en lo que tienen entre manos. No dedican tiempo y energía a pensar en aquello que podrían haber hecho en el pasado o en lo que vendrá en el futuro. Lo que se pueda hacer o cambiar ocurre aquí y ahora.
– Son independientes y les gusta afrontar sus problemas, ya que los consideran como un reto a superar, pero no dudan en pedir ayuda si creen que lo necesitan.
– Son creativos y con una gran flexibilidad cognitiva, lo que les ayuda a ver las dificultades desde varias perspectivas distintas. Así les resulta más fácil encontrar la solución más oportuna.
– Son perseverantes y con una gran tolerancia a la frustración. No necesitan tenerlo todo previsto, y si algo sale mal, se adaptan y cambian de estrategia.
– Son optimistas. No significa que no sufran, pero una vez superado el mal momento inicial, se rehacen, miran de frente al problema y se ponen en marcha. Al fin y al cabo, cada situación nos puede servir para adquirir un gran aprendizaje.
– Son personas sociables y empáticas. Al saber ver siempre un lado bueno a todo, aportan seguridad y amabilidad a su entorno.
¿Cómo puedo ser una persona resiliente?
Si piensas que tienes muy pocas características para llegar a ser una persona resiliente, no te preocupes. Como mencioné anteriormente, la resiliencia se puede entrenar, como casi todo en esta vida. De hecho, creo que es mucho más apasionante trabajar el carácter y la forma de pensar para dirigirlos hacia donde nos gustaría, que dejar hacer a nuestro ADN como si todo estuviera estrictamente predeterminado. Somos seres inteligentes, curiosos, inconformistas y, sobre todo, libres.
Una herramienta que creo muy importante, es hacer tu Proyecto Personal de Vida. En él puedes establecer por escrito tus objetivos personales, aquellos que consideras importantes para llegar a tener la vida que te gustaría tener. Esos objetivos deben ser realistas, específicos, acotados en el tiempo, y revisables.
También es conveniente empezar a ver los problemas como retos, que se pueden llegar a afrontar y superar, y si no existe una solución, porque no siempre la hay, es mejor adaptarse a la nueva situación y seguir hacia adelante.
Hay que tener en cuenta que la vida no siempre es fácil. Hay decisiones duras que tomar, rechazos que encajar, fracasos de los que reponerse, caídas de las que levantarse…
Pero si tienes tu meta bien definida, sortearás todos los obstáculos con motivación, porque no te apartarán de aquello que verdaderamente importa.
Poco a poco verás que aumenta tu autoestima y tu autoeficacia, y que por muy duras que sean las circunstancias que te rodeen, sabrás dar una respuesta adecuada.
Si comparamos que la vida es como andar a través de una pérgola de rosas, puedes tener dos opciones: centrarte sólo en lo que duelen las espinas, o sin ignorar ese hecho, levantar la cabeza y admirar el perfume y el matiz de las flores.
Ser resiliente implica no dejarse vencer por esas espinas y continuar el camino.
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