Había una vez, en un lejano país, un rey que tenía una hija. El rey era ya muy anciano, y el único deseo que tenía antes de morir, era poder ver a su única hija casada con un buen hombre para que juntos gobernaran el reino tan sabiamente como él lo había hecho.
La princesa era bastante reacia a casarse, porque no había conocido hasta el momento a la persona adecuada.
Para ella, su compañero debía tener ciertas cualidades que consideraba imprescindibles para poder pasar una vida entera con él. Al fin y al cabo, ella ofrecía nada menos que un gran y próspero reino.
Así que, cuando se extendió la noticia de que la princesa buscaba esposo, muchos aspirantes se acercaron al palacio para ofrecer sus respetos tanto al rey como a la joven.
– ¡Mi reino es muy rico! – anunció uno de ellos -Tengo piedras preciosas, oro, marfil, y todas las joyas que puedas desear. Así que no creo que pueda tener rival alguno con tal ofrecimiento.
– No me interesan tus joyas. – contestó airada la princesa -Sin ellas y su fulgor no eres nada.
Así que el rey de aquel lejano país se marchó furioso.
Días más tarde, acudió el rey de otras tierras solicitando la mano de la princesa:
– ¡Mi reino es maravilloso! Tenemos las flores más hermosas que jamás hayan podido ver tus ojos. Árboles de toda clase y tamaño. Y un laberinto salpicado de rosas y narcisos que desprenden un perfume tan delicado que no podrás resistirte a sus encantos.
– No me interesan tus flores. Parecen tan orgullosas y superficiales como lo eres tú.
Y ante tal osadía, el rey de aquel maravilloso país se marchó ofendido.
– En mi reino tendrás todo el entretenimiento que puedas desear, de tal modo que nunca estarás aburrida. – afirmó otro pretendiente – Tengo todo tipo de animales exóticos, malabaristas, acróbatas y artistas de todo tipo.
– ¡Vete por donde has venido rey arrogante y presumido! No le temo al silencio y a la soledad porque en ellos encuentro la paz.
Y así se fueron sucediendo multitud de pretendientes que fueron rechazados sin el más mínimo miramiento. Poco a poco se fue corriendo la voz de que la princesa era fría, déspota y malhumorada y por ese motivo ningún rey o príncipe tenía interés en casarse con ella. Los pretendientes dejaron de ir al palacio a ofrecer sus bienes a la princesa seguros de que esta les rechazaría rotundamente.
Un día, un muchacho pidió audiencia al rey asegurando que quería casarse con la princesa. Parecía un muchacho humilde, ya que no vestía con la pompa de los demás y no llevaba consigo más que una alforja y un cayado.
La princesa le miró con interés, porque no acertaba a comprender cómo ese simple muchacho podía aspirar a convertirse en su esposo cuando había rechazado ofertas matrimoniales de pretendientes mucho más ricos y poderosos.
– Dime muchacho – habló la princesa – ¿Qué me ofreces para que ni siquiera considere casarme contigo? ¿Quién eres?
– Soy Tú – contestó el muchacho.
Entonces la princesa aceptó al muchacho, porque en él se encontró a sí misma y al hacerlo, halló la felicidad.
_________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Este cuento puede ilustrar un concepto del que me gustaría hablar en esta ocasión: la autoestima.
Es bastante representativo el hecho de que la mayoría de los clientes que pasan por mi consulta, tienen algún tipo de trastorno emocional derivado o unido a una muy baja autoestima.
Para hablar de autoestima, es importante hablar en primer lugar de otro concepto base: el autoconcepto, es decir, la imagen que tenemos de nosotros mismos. Esa imagen se va formando a lo largo de nuestra vida desde la infancia, fruto de las experiencias que vivimos, y que puede estar más o menos ajustada a nuestra imagen real.
La autoestima añade un tono emocional a nuestro autoconcepto. Es el valor afectivo que otorgamos a nuestro YO o, dicho de otro modo, cuanto queremos nuestro autoconcepto o cuanto nos queremos. Por lo tanto, una adecuada autoestima es el termómetro de una buena salud mental.
Cuando nuestra autoestima está debidamente alta, somos capaces de afrontar las dificultades del día a día con la convicción de que saldremos adelante, de relacionarnos con los demás sintiendo que no somos inferiores a nadie y que nuestra opinión cuenta. Una buena autoestima nos ayuda a asumir de que no pasa nada si no le gustamos a alguien, porque no podemos gustarle a todo el mundo y a pesar de ello, somos igualmente valiosos.
Cuando tenemos alta nuestra autoestima, no tenemos miedo al fracaso, porque fallar forma parte del aprendizaje y siempre se puede mejorar.
Por lo tanto, la autoestima se convierte en una necesaria herramienta psicológica para llegar a tener satisfacción con nuestra vida. Pero, si el problema es que mi autoestima es muy baja, ¿Cómo consigo aumentarla?
En primer lugar, hay que saber cómo se manifiesta la baja autoestima:
Inseguridad, desprecio hacia uno mismo, falta de asertividad, falta de autoconfianza, incapacidad para tomar decisiones por miedo al error, insatisfacción con todo lo que se emprende, convicción de que no se es merecedor de aprecio o simpatía, incapacidad para ver lo bueno, pero se podría hacer una lista interminable de todo lo malo que hay en mí…
El cuadro es bastante desolador, por eso es frecuente que trastornos emocionales como la depresión o la ansiedad se relacionen a un escaso aprecio hacia uno mismo.
Algunas claves para mejorar la autoestima, podrían ser pues las siguientes:
1) CONÓCETE A TI MISMO. ¡Cuánta razón tenía el Oráculo de Delfos con su máxima! Es importante que dediques tiempo a meditar sobre quién eres y cómo eres. De esta forma, descubrirás tus fortalezas y debilidades y actuarás con más confianza. No te plantearás objetivos que sobrepasen tus capacidades y serás capaz de atribuir tus éxitos a tus aptitudes y a tu propio esfuerzo.
2) APRENDE A PERDONARTE. La perfección no existe así que, si te equivocas, no te tortures ni pienses que no sirves para nada. Aprende de aquello que hayas podido hacer mal e implementa otras estrategias para la próxima vez. Nadie es infalible.
3) SÉ AGRADECIDO. Mostrar una actitud agradecida es necesario, porque nos sirve para crear vínculos afectivos auténticos con nosotros mismos y con los demás.
4) CAMBIA LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS. Cuando eres demasiado exigente contigo mismo, cuando no confías en que serás capaz de hacer lo que te propones y además hacerlo bien, cuando piensas que no eres merecedor de afecto, etc., estás saboteando toda posibilidad de quererte y respetarte y saber que eres una persona única con todas tus circunstancias incluidas.
5) DEDICA TIEMPO A LAS COSAS QUE TE GUSTAN. Quizás pueda ocurrir que te sientas culpable si te mimas un poco y dedicas tiempo para ti en exclusiva. Está bien que cuides a los que te rodean, pero si tú no te cuidas, no podrás ofrecer una ayuda de calidad a los demás. Si buscas momentos para disfrutar de lo que te interesa, estarás de mejor humor y te sentirás más realizado.
Al igual que la princesa de nuestro cuento, sólo podremos encontrar un sentido a nuestra vida si le encontramos un sentido a nosotros mismos. Estamos maravillosamente condenados a pasar toda nuestra vida con nuestro YO, que será la única persona que nunca nos ha de abandonar, así que cuidémonos, querámonos, crezcamos hasta donde podamos.
Si quieres ver al amor de tu vida, entonces mírate en un espejo.
Las cookies necesarias son absolutamente imprescindibles para que el sitio web funcione correctamente. Estas cookies garantizan las funcionalidades básicas y las características de seguridad del sitio web, de forma anónima.
Cookie | Duración | Descripción |
---|---|---|
cookielawinfo-checbox-analytics | 11 meses | Esta cookie es establecida por el plugin GDPR Cookie Consent. La cookie se utiliza para almacenar el consentimiento del usuario para las cookies de la categoría "Analytics". |
cookielawinfo-checbox-functional | 11 meses | La cookie se establece por el consentimiento de cookies GDPR para registrar el consentimiento del usuario para las cookies en la categoría "Funcional". |
cookielawinfo-checbox-others | 11 meses | Esta cookie es establecida por el plugin GDPR Cookie Consent. La cookie se utiliza para almacenar el consentimiento del usuario para las cookies de la categoría "Otros". |
cookielawinfo-checkbox-necessary | 11 meses | Esta cookie es establecida por el plugin GDPR Cookie Consent. Las cookies se utilizan para almacenar el consentimiento del usuario para las cookies en la categoría "Necesario". |
cookielawinfo-checkbox-performance | 11 meses | Esta cookie es establecida por el plugin GDPR Cookie Consent. La cookie se utiliza para almacenar el consentimiento del usuario para las cookies de la categoría "Rendimiento". |
viewed_cookie_policy | 11 meses | La cookie es establecida por el plugin GDPR Cookie Consent y se utiliza para almacenar si el usuario ha consentido o no el uso de cookies. No almacena ningún dato personal. |
Las cookies funcionales ayudan a realizar ciertas funcionalidades como compartir el contenido del sitio web en las plataformas de las redes sociales, recoger opiniones y otras características de terceros.
Las cookies de rendimiento se utilizan para entender y analizar los índices de rendimiento clave del sitio web, lo que ayuda a ofrecer una mejor experiencia de usuario a los visitantes.
Las cookies analíticas se utilizan para entender cómo interactúan los visitantes con el sitio web. Estas cookies ayudan a proporcionar información sobre las métricas del número de visitantes, la tasa de rebote, la fuente de tráfico, etc.
Las cookies de publicidad se utilizan para ofrecer a los visitantes anuncios y campañas de marketing relevantes. Estas cookies rastrean a los visitantes en todos los sitios web y recopilan información para ofrecer anuncios personalizados.
Otras cookies no categorizadas son aquellas que están siendo analizadas y que aún no han sido clasificadas en una categoría.